Esta es la historia real de una pareja que, como muchas otras, sufre las consecuencias de la dependencia emocional. Todas las personas dependen emocionalmente unas de otras en algún grado. Pero la dependencia emocional considerada como enfermedad o trastorno patológico se manifiesta cuando depender, necesitar ‘lo que sea’, despierta conductas obsesivas y situaciones reiteradas de sufrimiento (centrifugado mental). Este mecanismo resulta de acumular, consciente e inconscientemente, miedos del pasado. Además de interpersonal, la dependencia puede manifestarse hacia lugares, objetos y creencias, como es el caso de Cármen. Y, por supuesto, puede tratarse con terapia individual y grupal.
Ama a Julia con locura. Y porque la ama así, entregándolo todo, Carmen hace lo imposible por tenerla, por poseerla, por captar su atención a cada rato. Para ello, su subconsciente usa estrategias muy diversas con una motivación común: controlar. Un control que a veces adquiere una forma muy conocida, los celos. Carmen odia que Julia se reúna con sus amigos y amigas sin invitarla. Siente que al priorizar a otras personas (y su tiempo individual) frente a la pareja, Julia la quiere menos, o la malquiere. Se siente relegada y experimenta rabia y deseos incontrolables de retenerla en una jaula invisible. Así que cuando se encuentran, Carmen intenta actuar utilizando un personaje afable, comprensivo, empático… pero totalmente forzado, porque en el fondo lo que quiere es echarle en cara el haberla descartado de sus planes, de su tiempo. Y al final lo hace, y chocan, y discuten, y se van a la cama enfadadas.
Otras veces, el control adquiere formas mucho más sutiles, que según cómo se vean hasta parecen actos de generosidad. Por ejemplo, cuando Carmen se pasa toda una semana “desviviéndose” por complacer a Julia sin que ella se lo pida. Le resuelve trámites personales para que vaya más aliviada en el trabajo, se encarga de las tareas domésticas, se esmera por ir a visitarla a su puesto laboral para que no tenga que ausentarse, programa el fin de semana y hasta reserva mesa en un restaurante. Y cuando Julia le demuestra un mínimo gesto de desinterés por los planes en pareja, Carmen estalla en reproches para canalizar sus insoportables sentimientos de injusticia.
Pero, ¿por qué Carmen se sobrecargó durante toda la semana? ¿Para qué? ¿Lo hizo porque realmente deseaba o para condicionar una respuesta de Julia acorde con sus expectativas de pareja? ¿Hubiera generado tanta deuda si no hubiese querido recibir nada a cambio, si el objetivo hubiese sido dar sin esperar?
De una u otra forma, ejerciendo celos o desviviéndose, Carmen busca controlar para ocultar sus miedos a no ser querida como cree que se debe querer. Y así sus emociones siguen dependiendo de todo, menos de ella.