Conocerse a sí mismo es uno de los objetivos que ha acompañado al ser humano a lo largo de su historia. Sin embargo, llegar a alcanzar el conocimiento profundo sobre uno mismo no es una tarea sencilla ya que entre nosotros somos muy diferentes y tenemos caracteres distintos, que además varían en función de determinados matices y de nuestra evolución como personas.
Este conocimiento, está muy unido a lo que hoy conocemos como “Inteligencia emocional”, término que popularizó Daniel Goleman en su libro Emotional Intelligence, donde da a conocer las bases de este concepto y explica la repercusión tan fuerte que tiene en nuestra sociedad actual. Tal y como Goleman describe en su libro, la inteligencia emocional es la capacidad que tiene el ser humano para manejar los sentimientos, tanto propios como ajenos, y las habilidades que éste tenga para controlar los mismos.
Además, explica como la inteligencia emocional se compone a su vez de otros conceptos clave para el desarrollo personal, como son: el autoconocimiento emocional (relacionado con el conocimiento de nuestros propios sentimientos o emociones y la manera en la que nos influyen), el autocontrol emocional (permite dominar los propios sentimientos y emociones, además de reflexionar sobre ellos), la automotivación (facilita el logro de nuestros objetivos o metas, mediante el enfoque adecuado de las propias emociones) y la inteligencia interpersonal, que abarca el reconocimiento de las emociones ajenas o empatía y las diferentes habilidades sociales.
La inteligencia emocional nos proporciona la capacidad para poder reconocer nuestros propios sentimientos o los de las personas que nos rodean, además de ser muy útil para gestionar adecuadamente nuestras emociones y de facilitar nuestras relaciones sociales. Estas capacidades, influyen de forma muy positiva y nos ayudan a ser más eficientes a la hora de enfrentarnos con las exigencias o dificultades de nuestro día a día. Por tanto, gracias a la inteligencia emocional las personas somos capaces de sentir, percibir, entender, controlar y modificar, según corresponda, los sentimientos tanto propios como ajenos.
Desarrollar nuestra inteligencia emocional, es además muy efectivo para mejorar nuestras relaciones familiares o afectivas, así como aquellas relacionadas con los aspectos sociales, laborales y profesionales, ya que optimiza la interacción con las personas en cualquier ámbito de nuestra vida. Además, fomenta la sinergia y la empatía, facilitando así la comunicación y estableciendo unas determinadas pautas de comportamiento que servirán para guiar nuestras propias acciones.
¿Qué características tiene una persona emocionalmente inteligente?
La principal característica de las personas con un alto coeficiente de inteligencia emocional, tal y como ya hemos comentado anteriormente en este mismo artículo, es la habilidad de reconocer los sentimientos, tanto propios como ajenos. También son capaces de expresar de manera adecuada sus emociones o pensamientos, lo que permite conocer el comportamiento que deberán adoptar en función de la situación a la que se enfrentan.
Por lo general, tienen una personalidad firme y no se toman demasiado en serio los comentarios de otras personas hacia la suya propia. Saben reconocer los errores y los rectifican, poniendo todo de su parte a la hora de solucionar o mejorar una situación complicada. No buscan ser perfectos y tienen siempre en cuenta que lo más importante es la salud, tanto física como mental.
Son personas positivas, que enfrentan las adversidades sin centrarse únicamente en los aspectos negativos de las mismas y que valoran en cada momento lo que ya tienen, sin centrar su atención en aquello que les falta. Saben reconocer tanto a las personas tóxicas como a aquellas que viven sumidas en la negatividad, y procuran apartarlas de su vida en la medida de lo posible.
Otra de las características importantes es la saber identificar sus propias debilidades y puntos fuertes para poder mejorarlos de forma continua mediante el aprendizaje.
Sin embargo, no contar con estas habilidades o características no supone un inconveniente a la hora de desarrollar y mejorar nuestra inteligencia emocional. Vivir una vida plena es fácil si tienes los mecanismos para poder hacerlo, aprender a escucharnos a nosotros mismos y saber cómo gestionar nuestros propios sentimientos, así como la forma de reaccionar de acuerdo a nuestras necesidades o preferencias, es el primer paso para lograrlo.