Los trastornos alimenticios o de la conducta alimentaria, también conocidos por las siglas TCA, se caracterizan por el desarrollo de comportamientos patológicos en la persona, relacionados con la ingesta de alimentos y con una obsesión por controlar el peso de uno mismo. Este tipo de trastornos se originan por diferentes causas de origen biológico, psicológico, familiar e incluso sociocultural, que se manifiestan en conjunto y que por lo general se manifiestan con mayor probabilidad en mujeres.
En la sociedad actual, aunque afortunadamente cada vez en menor medida, se valora continuamente la delgadez y se ensalzan modelos físicos o estéticos que en la mayoría de casos, poco tienen que ver con la realidad. Nos bombardean con ideales de belleza que no son objetivos y que distorsionan el pensamiento o sentimiento de las personas, hacia uno mismo.
¿Cuáles son los trastornos alimenticios más frecuentes?
Tal y como publica la American Psychological Association en su página web, prevenir determinadas conductas antes de que éstas lleguen a desarrollar un trastorno de la alimentación, es muy importante y por ello, conviene conocer qué tipos de trastornos alimenticios son más frecuentes y los síntomas que ayudarán a identificar a la persona que los padece:
Anorexia:
Las personas que padecen anorexia se caracterizan por tener una imagen distorsionada de su propio cuerpo, haciéndoles sentir que tienen sobrepeso cuando la realidad es totalmente contraria a este sentimiento. Para alcanzar la delgadez, habitualmente extrema, evitan la comida e incluso realizan ejercicio de manera compulsiva, además de desarrollar una conducta de rechazo hacia la propia alimentación, que siempre repercute negativamente en su estado de salud.
Bulimia:
Quienes padecen bulimia, optan por ingerir alimentos de manera excesiva para después, expulsarlos de su cuerpo para evitar que las calorías de éstos se adhieran al mismo. Para lograr este fin, llegan a emplear laxantes, diuréticos o a provocar directamente el vómito y lo hacen generalmente en secreto, ya que es algo que les avergüenza. La ingesta excesiva de comida hace que su estado de ánimo se vea afectado y sienten qué la única manera de modificar este sentimiento y de aliviar la tensión, es vaciando rápidamente su estómago expulsando la comida.
Comedor/ora compulsivo/a:
Aquellas personas que tienen un trastorno relacionado con la ingesta compulsiva de comida, suelen desarrollar también una pérdida de control de sus propios actos. Frecuentemente, el comedor compulsivo empieza con atracones ocasionales, que más tarde se convierten en habituales, haciendo que este tipo de conducta repercuta negativamente en el despeño de otras funciones asociadas a la vida diaria de cada uno.
Los trastornos alimenticios, lejos de las creencias populares, no solo afectan a las mujeres aunque si es cierto que el número de mujeres jóvenes o adolescentes que los padecen, es considerablemente más elevado. Además, es conveniente recalcar que en muchos casos la familia o gente cercana a una persona con un trastorno de la alimentación, nunca llegan a ser conocedores del problema lo que dificulta la identificación y suele agravar la conducta social, haciendo que la persona se aísle para ocultar su comportamiento y negando el problema. En estos casos, el tratamiento y la participación de la persona en sesiones de terapia individual o en terapias de grupo que le ayuden a restablecer esa conducta, se ve también obstaculizada.
Lamentablemente, las investigaciones apuntan a que los trastornos alimenticios son uno de los problemas psicológicos que menos probabilidades tienen de ser tratados por un profesional de la psicoterapia, pese a que no son problemas que desaparezcan por si solos y a que su tratamiento tardío pueda acarrear graves consecuencias. Las personas que padecen un trastorno en la conducta alimentaria, también tienen muchas probabilidades de desarrollar problemas físicos y de salud como la anemia, palpitaciones, pérdida de cabello y masa ósea, caries, esofagitis y dificultades para mantener ciclos menstruales regulares. Además, quienes tienen obsesión compulsiva por la ingesta de comida, pueden desarrollar problemas de circulación, diabetes y otras afecciones de salud relacionadas con la obesidad.
¿Pueden la terapia y el seguimiento por un nutricionista, ser eficaces en estos casos?
Por supuesto, los profesionales de la psicoterapia desempeñan un papel fundamental en el tratamiento eficaz de personas con trastornos alimenticios, ya que ofrecerán al paciente las pautas que necesitará para modificar su conducta y adquirir la disciplina que le ayudará a reemplazar los pensamientos destructivos por otros más positivos. Además, el psicoterapeuta ayudará a la persona a mejorar sus relaciones personales y a encontrar en quienes le rodean el apoyo necesario para que se involucre en el proceso de cambio y recuperación.
En tratamientos de trastornos alimenticios a largo plazo, también puede ser útil la terapia familiar e incluso la terapia de pareja, ya que éstas le ayudarán a evitar recaídas y a reforzar la propia autoestima. Es importante que las conductas asociadas a los trastornos de la alimentación, sean controladas para que no queden arraigadas en el paciente y dificulten el tratamiento.
También es aconsejable en el proceso de tratamiento y recuperación, contar con la experiencia de un especialista en nutrición que ayude al paciente a llevar a cabo las pautas adecuadas que logren que adquiera unos hábitos alimenticios saludables. La reeducación nutricional le guiará en la comprensión de los conceptos básicos de la correcta alimentación, formando así una base sana que le permita diferenciar qué, cómo, cuánto y cuándo comer.